La mayor dificultad la tuvieron los actores, ya que tenían que interpretar en un lugar sin referencias, ya que no tenía nada que ver con el entorno donde ocurría la escena.
Todo el trabajo se llevó a cabo en los estudios del caserío IZ de Amasa en Billabona. Contábamos con un escenario lo bastante amplio como para poder situar cámaras, micrófonos, focos y elementos con los que interactúe el actor. Durante algo más de dos meses, un magnifico equipo de profesionales pudimos aprovechar las ventajas que ofrecía la localización, no sólo a la hora de rodar, sino también en el momento de relajarse y desconectar.

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